¿Qué nos deja la Pandemia?: una oportunidad
para transformar nuestras acciones en beneficio del bien común, a partir del
desarrollo sostenible de la actividad turística
El siguiente artículo tiene el propósito de establecer
una aproximación cronológica del fenómeno epidemiológico en la actividad
turística principalmente en los países de América Latina y el Caribe, intentando
promover un debate sobre los lineamientos del proceso productivo actual y los
impactos sociales y económicos devenidos de la pandemia, sin desconocer la
realidad anterior. Se concibe que este fenómeno, podría reconocerse como una
oportunidad para la construcción de nuevas lógicas en los ciclos productivos.
Se realiza una ordenación de información sobre la
evolución de la pandemia tomando como referencia las constantes de cada
territorio nacional, a partir de los portales de los organismos internacionales
y locales; y un cúmulo de noticias de diferentes medios y plataformas de
comunicación.
La actividad turística, desde sus comienzos ha sido
sensible y condicionada a diferentes cambios devenidos de la evolución del
hombre o en nombre de esta. El turismo se ha modificado por o a pesar de los
avances tecnológicos, cambios climáticos, por el incremento poblacional
principalmente en las zonas urbanas de los primeros y segundos cordones
territoriales, o por las políticas socioeconómicas globales y nacionales entre
tantas otras.
Se observa en las últimas décadas, un avance de los
modelos macroeconómicos que aceleran la
degradación ambiental. Cada una de estos factores transformadores han
representado efectos diferentes en la actividad y en la sociedad de destino. Si
bien la actividad plantea ser permeable a los cambios desde tiempos
ancestrales; el turismo masivo o la enorme diversidad de productos al alcance
de los consumidores para una misma ciudad o en otros espacios turísticos, ha dejado al descubierto
la baja planificación en estos territorios, provocando desequilibrios eco
sistémicos y la aceleración de sus ciclos productivos. La ciudad de Mar del
Plata o el Camino del Inca entre otros tantos, podrían
ser ejemplos concretos de estas inconsistencias.
Estas evidencias científicas nos tendrían que al menos
provocar una reflexión sobre el avance indiscriminado del hombre sobre diferentes
hábitats, en los que ha provocado una transformación de su esencia, en nombre
de una mejor calidad de vida. Probablemente dejó al desnudo, la falta de
sostenibilidad social y ambiental. En este contexto tal vez habría que
preguntarse si la carrera entre el consumo indiscriminado de productos y servicios,
y la enorme cantidad de desechos con potencialidad para su reutilización,
provoca para sí un aumento de su calidad de vida. Sobre este escenario, ¿Cuál
debería ser la redefinición de los planes de desarrollo en la materia turística
para la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible?
Desarrollo
La pandemia del COVID-19 nos ha creado un escenario casi
forzado para establecer una interpelación a nuestras acciones del pasado y la
oportunidad para revisar nuestro horizonte. Durante este periodo de proyección
dinámica y de movilidad restringida, teñida de diversas formas de establecer el
confinamiento social en cada territorio nacional, provincial o local; ha
generado la necesidad de analizar la situación coyuntural mundial, a partir de una
revisión colectiva o individual de nuestra vida cotidiana y profesional. En
este ejercicio se constituyen interpretaciones más o menos sistémicas de la
realidad social y la inevitable asociación con las actividades de interacción
económica.
De acuerdo al dinamismo constituido por el virus y las
acciones humanas, se observan al momento tres grandes etapas o bloques del
proceso de la pandemia que hacen su impacto socio territorial. En cada uno de
los cambios, se visualiza la formación de características constantes replicadas
en diferentes países, con un determinismo de resolución gubernamental distinguido
entre naciones, de acuerdo a la situación problemática o no, alcanzada con anterioridad
a la pandemia y a los recursos actuales que cada territorio reasigna para su
reactivación.
Se estima que, en materia turística, hemos
cumplimentado una etapa inicial de shock e incertidumbre de la pandemia en la
que se observaba con protagonismo geográfico, un condicionamiento
principalmente a partir de la percepción de una afectación directa o no de la
cuestión sanitaria. Aquellos países que se vislumbraban lejanos al foco del
supuesto origen del virus, consideraban que los efectos del mismo, sólo se circunscribirían
a esa sociedad. Esa lógica era evaluada, proyectando la disminución de viajeros
procedentes de tal o cual país. En esta incipiente evolución pandémica, los países
asiáticos habían sido los primeros afectados, por lo que el panorama no era
alentador por la gran movilidad que estos promueven alrededor del mundo. Pero claro
que, por entonces, nada hacía suponer la magnificación alcanzada hasta la
actualidad.
Durante los primeros meses del año 2020 se comenzó a
expandir el virus a nivel global, por lo que se ha interrumpido de manera
diferencial el flujo de personas en la mayoría de los países. En ese contexto, la
repatriación de algunas de las personas que se encontraban fuera del lugar de
residencia, se fue subsanando de manera arbitraria, discontinua e incompleta en
cada nación. Para alcanzar dicho propósito, se trabajaron permisos entre las
cancillerías de los países, intentando de establecer un beneficio mutuo.
En esta primera fase de la pandemia se puntualizaba
sobre las cuestiones sanitarias, prevaleciendo la concientización, cuidados y medidas
de prevención del virus, conforme a una visión principalmente global impartida
desde el Organismo Mundial de la Salud (OMS) organismo rector de Naciones
Unidas. Sobre los ejes sanitarios internacionales, cada país organizaba las
políticas públicas nacionales. Los presidentes junto a la máxima autoridad en
materia de salud de cada país, instaban a equipos especializados principalmente
en materia de salud, para alcanzar un diseño de cuarentena según la evolución
resultante de los contagios y su velocidad.
Por entonces, también se promovía el cierre de la
mayoría de las actividades en las que su desarrollo implicara conglomeración de
personas. Esta determinación recaía principalmente en el sistema productivo que
tendría consecuencias también en el consumo. Sobre esta secuencia se comienza a
vislumbrar la caída pronunciada de la demanda de todo tipo de servicios
relacionados directa e indirectamente con el turismo. Transporte, hotelería,
restaurantes, cruceros, guías, artesanos, entre otros tantos servicios, han
tenido que negociar su cancelación. De acuerdo a la información especializada
en los diferentes medios de comunicación durante esta fase, se efectuaron anulaciones
masivas de los viajes próximos a concretarse. Pero que, al cabo de poco tiempo,
estas cancelaciones se extendieron a los viajes programados para un futuro apenas
más lejano. En esta etapa ha sido desigual el impacto de esas cancelaciones
como así también la forma de establecer un acuerdo entre el turista, agencias
de viajes, operador, cadena de hoteles, o compañías aéreas, entre otros.
La resolución ha tenido alternativas y flexibilidad variada
según el tamaño de la empresa y los servicios que ofrecían. En algunos casos aún no han tenido
resolución, dado a que la compañía no se encontraría en situación económica favorable
para establecer una devolución del valor del servicio contratado, o alguna
alternativa satisfactoria para el consumidor. Esta situación probablemente se
convierta en un litigio que demorará el acuerdo entre las partes.
En el caso de algunos hoteles de categoría 4 y 5
estrellas, han propuesto diferir su consumo para bajar el nivel de
conflictividad y asegurarse una demanda potencial. En este tipo de hotelería,
se trabaja mayoritariamente con huéspedes internacionales y en destinos
maduros. Su operatividad quedará sujeta a la apertura de fronteras y a la
regularidad de los viajes aéreos.
Con respecto al transporte aéreo, tuvieron un
comportamiento diferencial dado a que se incrementaron los reclamos a la
mayoría de las aerolíneas de diferentes banderas nacionales, por sobreventas de
pasajes, sobreprecios, cobro de multas y demás cuestiones principalmente
monetarias o financieras, pero que nada tuvieron de relación humanitaria.
La extensión en el tiempo de la circulación del virus,
ha provocado que toda la movilidad de personas que han podido regresar a sus países
en esta primera etapa, han favorecido a la propagación de los contagios. Esta
situación ha ido variando, dependiendo del lugar de residencia de ese flujo de
personas y la cuarentena aplicada. En la mayoría de los países, las
localizaciones de los principales aeropuertos son especialmente en las grandes
ciudades. Estos conglomerados urbanos son por excelencia los emisores del mayor
flujo turístico. Así mismo estas características demográficas han incidido en
el índice del número y velocidad de contagios.
De acuerdo a los resultados de los casos mundiales, en
las áreas urbanas se visualiza la aceleración en el ritmo de contagios como así
también el número de contagiados, consecuencia de una mayor actividad
principalmente de sectores de servicios y por una masiva circulación de
personas. Hace suponer entonces, que serán variables a controlar, para alcanzar
la apertura continua en estos territorios. Tal vez también es de considerar,
que el número total de contagiados y el índice de mortalidad relacionadas con
el COVID-19 de cada país, será parte de una primera consideración al momento de
elegir un destino turístico para nuestro próximo viaje. Dado al fenómeno
novedoso, no podría estar segura si esta primera aproximación del proceso
decisorio de un viaje, terminaría siendo concluyente para la selección
definitiva, o cuáles otras variables se pondrían en ejercicio.
De acuerdo a la gran urbanización cumplimentada a
nivel mundial hasta la actualidad y en asociación al fenómeno sanitario
emergente, es inevitable pensar si este proceso continuaría. En la revolución
industrial la búsqueda de prosperidad motivada por la industrialización, nos
alejaba de lo rural para comenzar esa gran oleada de personas que, en sus
comienzos, tímidamente poblaban alrededor de las fábricas. Hoy se replantea en
las zonas urbanas, la imposibilidad de “conectarse con la naturaleza” como
consecuencia del aislamiento social. Si esta estructura demográfica variara,
sin duda la actividad turística también.
En la siguiente etapa del proceso epidemiológico,
pareció ser el momento en el que se intentó establecer un diagnóstico sobre la
realidad coyuntural, pero sin desconocer que en la Región de América Latina y
del Caribe ya existía una debilidad económica y vulnerabilidad macroeconómica,
que incidirá notablemente para su recuperación. CEPAL (2020). Tomar conocimiento
sobre la dimensión de la caída económica, probablemente contribuya en el diseño
de los lineamientos necesarios y posibles para revertir o mitigar los efectos
de la crisis.
La
Organización Mundial del Turismo (OMT) pronosticaban para el año 2020 un
incremento del 3% o 4% la llegada de turistas internacionales, pero en este
escenario si bien aún es difícil calcularse, se proyecta una reducción del
30% o 40%. Este porcentaje se traduce a unos 30.000 o 40.000 millones de
dólares de los EEUU provenientes de los gastos de los turistas internacionales.
Así mismo, el organismo ha trabajado algunas proyecciones considerando
escenarios ya conocidos como el Síndrome Respiratorio Agudo (SARS) en el año
2003; y la crisis bursátil de la bolsa de los EEUU y Europa que expandió una
crisis económica y financiera a lo largo del planeta.
Previsión para el 2020: Llegada de turistas internacionales en el
mundo (millones)
Fuente: OMT (2020), pp 4.
Según la OMT:
“Después
de la crisis económica mundial, el empleo en todos los sectores creció un 11%
entre 2010 y 2018, mientras que el empleo en servicios de alojamiento y
servicios de comidas aumentó un 35%”
OMT (2020), pp15
El ministerio de turismo y deporte de la nación
Argentina afirma que la actividad turística implica USD 5400 millones anuales
de exportaciones, comprendidos en $165.000 millones para el mercado interno.
Sobre estas cifras advierte que el sector emplea a 1,1 millones de personas.
Sobre ese escenario, han interpretado a los inicios de
este fenómeno, el riesgo de más de 50 millones de puestos de trabajo con una
pérdida de 450.000millones de dólares. La situación de los restaurantes y bares
de las ciudades, es uno de los grandes problemas a resolver hacia el futuro. Se
estima unos 22 millones de restaurantes en el mundo. La imposibilidad de su
apertura, repercute en la vida social de los habitantes de las ciudades, pero
sin duda un desafío para que las empresas o pequeños emprendimientos
gastronómicos se sustenten hasta concluir el confinamiento. Según la consultora
Aaron Allen & Associates, en los primeros meses de la pandemia se estimaban
que el 10% de los restaurantes globales no podrían reabrir sus puertas luego
del aislamiento social, en tanto el 20% probablemente deberían transformarse
para alcanzar su sostenibilidad económica.
En el caso de las aerolíneas, la Asociación
Internacional del Transporte Aéreo (IATA) estima que probablemente al final de
la pandemia alcancen una pérdida mundial de 113.000 millones de dólares de EEUU.
Las cancelaciones de los vuelos se establecen como consecuencia del cierre de
algunas fronteras, pero también por la falta de pasajeros. Se estima una
reducción en los valores de los boletos de un 15% a un 30%, en tanto no basta
para su reactivación. Así mismo, Mark Anderson, director ejecutivo de la firma
Flybe de nacionalidad británica, ha declarado la quiebra, dejando varados a
pasajeros en las rutas que volaban.
En esta coyuntura, los países de América Latina han
comenzado a implementar a partir de la declaración de la pandemia por parte de
la OMS, una serie de medidas tendiente a regular la velocidad de la crisis
generalizada al interior de sus naciones. En la siguiente imagen se podrá
observar medido en porcentaje, la mayoría de las acciones que realizaran con
diferente nivel de desarrollo, los países de esta región. Las políticas
alcanzadas sobre la restricción a la movilidad social, el desarrollo de una
cuarentena obligatoria para el viajero del extranjero, protección del empleo y
suspensión de clases han sido coincidentes en la gran mayoría de los países.
América Latina y el Caribe (31 países): proporción de países que han implementado tipos específicos de medidas para limitar el impacto de la pandemia, al 22 de abril de 2020
Fuente: CEPAL (2020), pp. 20
En materia turística, se ha observado que inicialmente
se intenta cuantifica el impacto al menos en proyecciones económicas. Algunos
de sus indicadores podrían ser, las devoluciones de los servicios contratados, el
conocimiento de la desaceleración del flujo turístico y la proyección económica
para establecer una primera aproximación del costo de mantención sin la
actividad en funcionamiento.
Otras de las acciones visualizadas, ha sido la
búsqueda del diálogo gubernamental sectorial, para viabilizar una contención que
mitigara los efectos no deseados en el sector privado y para el público
también. Así mismo las empresas turísticas han solicitado intervención a los
organismos gubernamentales y a las representaciones de los diferentes grupos
políticos y económicos del sector turístico, para manifestar su situación y la
necesidad de indagar sobre alternativas que viabilicen la actividad en el
momento que la gestión lo posibilite.
En el siguiente gráfico se podrá observar, que la
región de América Latina y el Caribe el porcentaje sobre la tasa de crecimiento
del PBI en el periodo 2007-2013 aumentó en promedio el 0,4. En estos países se
concentra un importante déficit fiscal con un elevado endeudamiento y suba de
tasa de interés por el pago de la misma que dificulta su desarrollo. Esta
ecuación advierte una disponibilidad económica principalmente para enfrentar
los pagos de la deuda por sobre los recortes realizados a los gastos de
capital, en cuestiones esenciales como la salud, educación y protección social.
En el caso de Argentina se destina casi a un 90% para el pago de la deuda.
Crecimiento de los países de América Latina
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales.
Según el estudio realizado por la CEPAL (2020),
advierte que en la coyuntura actual se estima que los ingresos públicos para
estos países se verán más afectados con un aumento de la contracción de la
actividad económica y el descenso de los precios de la materia prima. Así mismo
la protección social estará condicionada:
i)
Altas
tasas de informalidad, aumento del trabajo por cuenta propia y brechas en el
acceso a la protección social contributiva.
ii)
Pocos
países cuentan con prestaciones de desempleo; en 2019, solo en ocho países de
América Latina y el Caribe los trabajadores del sector formal tenían seguro de
desempleo.
iii)
Los
sistemas de protección social contributiva serán afectados financieramente por
la mayor demanda de prestaciones de licencia por enfermedad por parte de los
trabajadores del sector formal.
iv)
Será
necesario ampliar los programas de protección social no contributiva que se
financian con impuestos y apoyan a los más pobres a otras familias de bajos
ingresos en riesgo de caer en la pobreza
En este sentido se comprende con mayor imperativo, la
necesidad de fortalecer aquellas acciones institucionales que promuevan
lineamientos de sostenibilidad ambiental, sociocultural y económico; en cumplimiento
de los objetivos del Desarrollo Sostenible. Las inversiones internacionales sobre
regiones que carecen de una gran institucionalidad de sus tres poderes
nacionales, exacerban en estos contextos de crisis su vulnerabilidad y
vulneración.
Continuando con la evolución, la tercera etapa estará
relacionada con la anterior dado a que de allí deviene la realidad del territorio
y todas aquellas cuestiones por las que tendremos que plantear nuestros
desafíos. Una de las grandes diferencias en estos tiempos, se centra en el
desconocimiento del virus y su tangibilidad. Solo se advierte en los
microscopios de los laboratorios. En razón a ello, el temor e incertidumbre
contribuye negativamente para poder restablecer confianza y seguridad al
momento de emprender un viaje. En aquellas localidades en la que se reanudó la
actividad ha sido de manera irregular entre territorios, priorizando el turismo
de cercanía, posibilitado por carreteras principalmente.
Algunos autores describen que el cambio brusco de
hábitos por parte de los consumidores en este contexto, se conjuga por la
imprevisibilidad y desconocimiento de los acontecimientos provocando lo que se
denominan como anomia. La misma, ha sido
determinada por la falta de normas sociales o por su degradación. Este cambio
traerá asociado nuevas lógicas de consumo y comportamientos sociales. Surgirán
nuevas pautas comerciales y relacionales que también condicionarán al consumo.
Serán nuevas directrices que aún poco se conocen o se imaginan.
En tanto el doctor Dirk brockman, epidemiólogo del
instituto Robert Koch, entiende que el viajar no
será peligroso el contagio porque el virus ya está en todos lados, por lo que
la infección no será igual que el comienzo de la pandemia. Así mismo se generan
algunas dudas respecto de cómo se cumplimentarán y controlarán los protocolos
sanitarios para la vuelta a la actividad. Dicha implementación ¿recaerá en la
responsabilidad del empresario, o existirían acciones gubernamentales para
conocer y acompañar las prácticas pospandemia?
Estos factores sanitarios, emocionales y
socioeconómicos como grandes pilares de la transformación, promueven un momento
de valoración de aquellos impactos que la pandemia y las acciones indirectas conjugan
en cada territorio. El tomar conocimiento o al menos su aproximación de la
cuantía de desorden o desajustes provocado por el fenómeno reciente,
contribuirán con la posibilidad de determinar una hoja de ruta para el cambio.
Es una oportunidad de trabajo participativo, colaborativo y cooperativo en el
que se postule bases de un nuevo paradigma entre actores comunitarios diferentes.
De acciones con transversalidad en la estructura de los
gobiernos y sectores de interés que puedan conjugar herramienta democrática,
autóctonas, creativas e innovadoras. Sin
duda la planificación estratégica y el ordenamiento territorial podrían ser las
acciones más inmediatas que cada nación podría diseñar para proyectar su
horizonte.
Según la OMS, el Desarrollo Sostenible en el turismo
debe:
-
Dar un
uso óptimo a los recursos medioambientales, que son un elemento fundamental del
desarrollo turístico, manteniendo los procesos ecológicos esenciales y ayudando
a conservar los recursos naturales y la diversidad biológica.
-
Respetar
la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservar sus
activos culturales y arquitectónicos y sus valores tradicionales, y contribuir
al entendimiento y la tolerancia intercultural.
-
Asegurar
unas actividades económicas viables a largo plazo, que reporten a todos los
agentes unos beneficios socioeconómicos bien distribuidos, entre los que se
cuenten oportunidades de empleo estable y de obtención de ingresos y servicios
sociales para las comunidades anfitrionas, y que contribuyan a la reducción de
la pobreza.
Es inevitable interpelarnos sobre aquellas acciones
que se desarrollan en el territorio y la carrera desenfrenada que se postula en
nombre del consumo, sin establecer políticas públicas de mediano y largo plazo
en las que se respete el ciclo productivo y la integración de las dimensiones
sostenibles.
Probablemente sea conveniente dejar de lado el
paradigma económico lineal sustentado en la lógica de
la ganancia, para tender a la operatividad de un modelo de economía circular, en
la que se reduzca la indiscriminada actividad extractivista y se alcance una
funcionalidad continua en la que se estimule la reutilización. Allí, la escala
productiva disminuye y promueve escenarios de oportunidad para los micro
emprendimientos o empleos verdes de gran diversidad territorial. Esta acción
estrategia tal vez sea la forma más igualitaria, inclusiva y diversa para
propiciar los valores locales. En la siguiente imagen de la ONU se sintetiza el
concepto de economía circular en el que todo, forma parte de un mismo fin
Zacarias Farah experta en la Organización de naciones
unidos (ONU) medio ambiente añade a este concepto:
“Lo que la economía circular nos dice es que es necesario cambiar la
forma en la que actualmente producimos y consumimos, que está basada en una economía
lineal de extracción-producción-consumo-desperdicio. Lo que queremos es pasar a
una economía circular en la que tenemos que cerrar los ciclos de producción y
mantener un flujo constante de recursos naturales”.
La pauta que el fenómeno pandémico nos ha dado a pesar
del enorme daño ocasionado, una esperanza para establecer nuevos patrones
integrales e inclusivos de establecer el bien común. Según CEPAL (2020), los poderes
ejercidos por la población de mayor recurso de los países más vulnerables y los
poderes ejercidos por los que constituyen la compra, son en la actualidad los
rectores de interés que ejercen el poder.
De todos modos, creo que la territorialidad local se
exacerbará como consecuencia de la evolución de la pandemia en cada lugar. En la medida que desciendan los contagios y
cada municipio comience la apertura de sus actividades, restablecerá
inicialmente con una demanda de proximidad. En la medida que se liberen mayor
cantidad de municipios, incrementará la circulación hasta alcanzar la
provincial. Y sin duda con algo más de tiempo de recuperación se irán ampliando
las fronteras de proximidad entre países. Siempre sujeto a una valoración
evolutiva de los acontecimientos en sus países de origen como en los de
destino. Se entiende que el nivel de confianza será una variable a construir, y
que al momento es desconocida. Tal vez podríamos establecer un paralelismo muy
lejano, a los actos terroristas en alguna región o localidad turística. En el
caso del atentado de las torres gemelas en los Estados Unidos en el año 2001, en
sus primeras semanas posterior al atentado, la ciudad había perdido más de 300
mil millones de dólares. En ese contexto se trabajó desde el sector público y
privado, focalizándose en comunicar las medidas de seguridad que se
establecieron en los aeropuertos. Así mismo se realizaron diferentes
promociones de descuentos en los servicios turísticos, de recreación y
atractivos de la ciudad. Según el diario “El periódico” el flujo turístico
internacional de la ciudad alcanzó sus parámetros de aquellos tiempos, recién
en el año 2004.
En esta etapa, se intenta indagar sobre estrategias
que viabilicen la reinvención del turismo, tomando como cierto que el escenario
continuará siendo dinámico, se establecerán nuevos hábitos de consumo que
probablemente estimulen cambios estructurales. El flujo turístico receptivo, es
plenamente sensible a las políticas monetarias de un país referidas al valor
del dólar estadounidense: como también a las acciones referidas a lo financiero.
Según CEPAL (2020), se observa una reprimarización de
las economías en América Latina. En el caso argentino, aún nos encontramos con
demasiadas cuestiones a resolver en materia económica, como la deuda externa,
la emisión monetaria y la posibilidad o no de anclar un valor del dólar. En el
hipotético caso que se determine como política de Estado, elevar el valor del
dólar, se estima tal ha sucedido en otros escenarios, que la variable cambiaria
estimulará la demanda potencial de turistas provenientes del extranjero. Ese
escenario contribuiría a equilibrar la balanza de pagos del país, alimentada
también, por un descenso de los viajes al extranjero.
Así mismo se entiende que lo manifestado anteriormente
es muy lineal en su análisis y que deberíamos contemplar otras dimensionas ya
enunciadas, y que son sensiblemente observables en mediano y largo plazo. Por
ello la mayoría de los gobiernos en las últimas décadas no han sido proactivos
en materia de sostenibilidad.
Conclusión
El turismo es una actividad
socioeconómica que se constituye en un sistema, de acuerdo a la interacción de
diferentes componentes propios e indirectos al turismo. Al desacelerarse, romperse
o prohibirse algunos de estos eslabones intervinientes, se fragmenta la inercia
del circuito monetario y de consumo. Y con ello los efectos en la economía de
ese destino turístico, sus regalías redistributivas municipal, provincial; en
tanto dependiendo del origen del turista o viajero, también se condiciona el
equilibrio fiscal de esa nación.
Dado a la rápida recuperación que ha
evidenciado en otros momentos el sector en comparativa con otros; se observa al
menos con preocupación, cómo se continuaría desarrollando la actividad en los
destinos maduros; y cómo se propondrían los lineamientos estratégicos para
territorios con potencialidad turística, que vislumbran en el turismo la salida
de la crisis pandémica. La ausencia de estrategias ambientales y sociales,
podrían ocasionar en mediano y largo plazo un agravamiento de la situación
territorial, en el que se observe una afectación generalizada del recurso.
Probablemente el desafío de la
gestión gubernamental y de las empresas, será la de buscar una recuperación a
partir de diferentes estrategias de incentivos entre sectores, las que deberían
implementarse sin descuidar los parámetros de sostenibilidad como garantía de
continuidad productiva del futuro. Para lo propio, un equilibrio fiscal,
regulación de la cuenta Capital, un sistema bancario en el que se aliente el
desarrollo futuro, dinero endógeno, inversiones nacionales, el control de los
flujos de capital, el sector empresarial privado y los sectores comunitarios en
asociación, podrían contribuir y alentar al desarrollo sostenible. La crisis
multidisciplinar no debería desestimar otras cuestiones de largo plazo, debemos
comprender que la pobreza, desigualdad y degradación ambiental son consecuente
del modelo económico que quisimos o pudimos alcanzar. Insisto, los gobiernos
(poderes legislativos, jurídico y ejecutivo) impulsan los lineamientos y la
velocidad de esas políticas y en su defecto ese cambio.
La variable miedo e inestabilidad se
incorpora a la toma de decisión para crear inversiones en el turismo y el ocio,
como así también, el viajar. Cada
potencial turista llevará consigo la relación directa con su vivencia sobre la
pandemia. Él o un familiar que haya transitado la enfermedad y sus
consecuencias, o la repatriación entre otras tantas vivencias infrecuentes al
momento reconocidas en su memoria, probablemente sea la llave fundamental para
la toma decisión. Pero si esa posibilidad de viajar emerge, la información
referida a la seguridad turística en referencia a la pandemia, sin duda deberá
representarse de manera concreta y real para percibir la garantía de
cumplimiento.
Es necesario considerar también que
para el 2050 se estima una población de 9.000 millones, con países que
alcanzaron en su mayoría la transición demográfica, y que vivirán al suponer en
zonas urbanas. Salvo que el fenómeno sanitario revierta la tendencia, esa
enorme cantidad de habitantes mundiales, alcanzan producto del sistema
económico global actual, un flujo extraordinario de migraciones. Estos
indicadores son sin duda los condicionantes para establecer los patrones de
consumo, y los estimulantes para la configuración de los mercados. La localización
de cada habitante y el modelo de desarrollo que se configure, será la evidencia
situacional de los recursos principalmente naturales del futuro, que obtendrá
cada nación o región. Así mismo, esta será la medida para las pautas de consumo
y el grado de responsabilidad.
En materia de turismo es necesario
asociar el buen uso de los recursos turísticos para la perdurabilidad del ciclo
de vida del destino turístico. El crecimiento de la actividad y la sostenibilidad
de los recursos turísticos, no deberían estar estrechamente vinculados al
capital financiero y la especulación inmobiliaria para la perdurabilidad de los
mismos; como así tampoco al cierre de una sola economía. La cadena de valor
global debería ser diversamente productiva para configurar su equilibrio. (CEPAL, 2014; WTO, 2019). Entendiendo que
dichos recursos, son parte de un territorio nacional-provincial o local que
debería ser “defendido” con una mayor institucionalidad, a partir de la utilización
de herramientas democráticas y participativas para alcanzarlo. En
definitiva, la política macroeconómica debería focalizarse sobre las
prioridades sociales y ambientales de cada territorio.
Bibliografía
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el Caribe (CEPAL)(2020), Informe sobre el impacto económico en América
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el Caribe de la enfermedad por coronavirus (COVID-19): estudio elaborado por la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en respuesta a la
solicitud realizada por el Gobierno de México en el ejercicio de la Presidencia
Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
durante la Reunión Ministerial Virtual sobre Asuntos de Salud para la Atención
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